martes, 8 de julio de 2008

El trabajador del conocimiento


Tomado de "De la Sociedad de la Información a la Economía del Conocimiento" de Microsoft .
El nuevo trabajador del conocimiento precisa, desde luego, buena dosis de “destreza informacional”…; pero recordemos de forma rápida cómo dibujaba Peter Drucker su perfil:

- Visible grado de desarrollo personal y profesional.

- Destreza digital e informacional.

- Autonomía en el desempeño y en el aprendizaje permanente.

- Capacidad creativa y actitud innovadora.

- Autonomía en el desempeño y en el aprendizaje permanente.

- Lealtad a la profesión y calidad en el trabajo.

Este trabajador constituye, por todo ello, un valioso activo para la recta economía del saber; pero déjenme recordar asimismo que el trabajador manual no queda necesariamente fuera de este perfil, porque hay trabajos manuales que demandan gran dosis de conocimiento, sin necesidad de recurrir al ejemplo del dentista o el cirujano. Todos los trabajos son necesarios en la sociedad, y la mayoría de ellos precisan una especialización que debe actualizarse periódicamente, sin contar con la probable asunción de nuevos cometidos y responsabilidades por los trabajadores. Tampoco identifiquemos al trabajador del saber con su origen universitario: casi todos hemos de aprender continuamente y manejar por consiguiente idónea información.

Vale la pena extenderse en el segundo rasgo señalado: la destreza manejando información. Hace algo más de quince años, se empezó a hablar de manera separada de dos conceptos relacionados con la Sociedad de la Información: en las empresas, de la gestión del conocimiento; y en las universidades, de la suficiencia o destreza informacional. El primero (knowledge management) parecía suponer una especie de reingeniería conceptual de los tradicionales sistemas de gestión de la información en las empresas, atendiendo con mayor cuidado a la información técnica, funcional y relacional de la actividad empresarial: el know what, el know how, el know why, el know who... El segundo (information literacy) surgía entre documentalistas y en algunas universidades, en sintonía con la creciente preocupación por el aprendizaje permanente (self directed lifelong learning). La idea de suficiencia informacional -hoy, en la empresa y como decíamos, hay que hablar de excelencia- apuntaba ya entonces al acceso, uso y aprovechamiento de la creciente información disponible, aunque todavía no utilizábamos Internet.

Desde aquellos años 90, por una parte el avance de la gestión del conocimiento en las empresas no ha sido siempre satisfactorio (a pesar de las potentes herramientas disponibles), y por otra, la información ha seguido multiplicándose sensiblemente y poniéndose a nuestra disposición a través de las TIC. Hoy, aquellos conceptos -gestión del conocimiento y destreza informacional (information fluency)- se han aproximado muy visiblemente entre sí en el mundo empresarial, para entrar en sinergia con las emergentes figuras del nuevo directivo y el nuevo trabajador, también muy especialmente con la idea del aprendizaje permanente, y desde luego con la necesidad de innovar; en definitiva, con la evolución de la economía.

En las organizaciones, la destreza en el uso y aprovechamiento de la información interna y externa accesible parece más que necesaria, aunque no siempre la poseemos en el grado preciso. Quizá las nuevas generaciones salgan de las universidades con sólida preparación para el aprendizaje permanente, pero las empresas ya necesitan hoy mayor dosis de conocimiento, para mejor encarar sus retos de productividad y competitividad en la nueva economía. El concepto de excelencia empresarial ha evolucionado con las nuevas realidades, y no parece cuestionarse que debamos ser asimismo excelentes en la traducción de información a conocimiento, y en el flujo de éste en las empresas. Todo apunta ciertamente a la necesidad de que mejoremos nuestra competencia informacional.

(Curiosamente, en un libro reciente el editor cambió mi expresión “competencias informacionales” por la de “competencias informativas” y me encontré con esa sorpresa. Lo cierto es que los expertos hablan de alfabetización informacional -“alfin”- y yo me he adherido al adjetivo aunque haya elegido otros sustantivos. En vez de hablar de alfabetización o suficiencia, en la empresa prefiero hablar de excelencia, competencia o destreza).

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